jueves, 11 de agosto de 2016

“¡PAPÁ, MAMÁ¡, QUIERO JUGAR CON USTEDES”



A cualquier edad, el juego siempre crea un fuerte vínculo afectivo entre las personas y ello es especialmente verdadero entre el niño y las personas que juegan con él, pues el juego constituye para los niños la más central de sus preocupaciones. Jugar con sus padres crea en el niño un vínculo único con sus progenitores, el que genera la felicidad compartida.

A través del juego el niño va a desarrollando, en una forma placentera y paulatina, todas sus posibilidades. Cuando anda en triciclo, desarrolla su psicomotricidad; cuando arma un rompecabezas, se ve favorecida su habilidad espacial; cuando canta, estimula su habilidad auditiva; cuando juega al escondite, desarrolla sus habilidades sociales, y los cuentos que inventa, enriquecen su imaginación.
Es aconsejable que los padres jueguen lo más posible con sus hijos, entregándoles, en cada etapa de su desarrollo, las oportunidades y los materiales que sean  más apropiados para la edad. La presencia de un adulto siempre estimula el interés del niño por jugar, pero es importante permitirle jugar en forma autónoma y que pueda ser creativo en sus actividades lúdicas. A veces corresponde asumir un rol más pasivo y limitarse a observar o seguir las instrucciones del niño, a fin de favorecer en él la sensación de que dirige el juego.
La idea de estos espacios de juego compartidos entre padres e hijos, es sumergirse en el mundo del niño. El juego es una ventana, donde los niños muestran sus preocupaciones, sentimientos, miedos, ilusiones, inquietudes y, en este sentido, al jugar no solo se comparte, sino que se conoce el mundo interno de sus hijos. Jugando se fortalecen los vínculos afectivos, se hacen más fuertes, porque el niño se siente importante y valorizado por sus padres, que se dan tiempo para jugar con él.
La idea del juego es, básicamente, estimular el placer de disfrutar juntos actividades y, secundariamente, hacer que los niños aprendan. La idea es que los pequeños no sientan que se les está imponiendo algo, sino que sus padres los están acompañando, en forma placentera, en su juego. Los límites que se le pongan durante éstos, deben ser mínimos y han de estar dados por el imperativo de no exponerlo a peligros o riesgos, o bien por necesidades básicas como irse a dormir. Recuerda que el juego es el reino de la imaginación y de la libertad. 
Hasta los tres años, el niño necesita ganar en los juegos siempre, porque está en una etapa egocéntrica, pero a partir de los cuatro, puede ir captando algunas reglas sociales y, a veces, puede aceptar que perdió.
Hay que intentar que entienda, que si bien perder es siempre desagradable, en otra ocasión puede ganar. Los padres deben enseñarle por modelo, que pueden equivocarse en el juego, que no es una tragedia y que se puede empezar de nuevo otro juego y ganar. Frases como: “¡me ganaste!” o dicho en forma simpática: “a ver si en el otro juego puedo ganar yo”, le da una imagen concreta de que algunas veces se gana y otras se pierde y que esa es la regla de los juegos.
Así como es de la mayor importancia que el niño juegue para crear vínculos afectivos con sus padres, también es importante que aprenda a entretenerse solo y jugar con otros niños. Mantener el equilibrio entre tres tipos de espacio de juego, es de gran significativo emocional. 
Es por ello que a partir de los dos años, los padres deben generar las condiciones para que sus hijos estén y jueguen con otros niños, así como un espacio determinado para estar a solas con sus juguetes. Pero lo más importante, es que en el mundo de juegos compartidos por ti y tu hijo, el niño o la niña perciba que tú realmente te diviertas con él y que lo valoras.
EN LOS JUEGOS, ÉL MANDA 
v Dispón de un tiempo, todos los días, para jugar con tu hijo, aunque sea unos minutos.
v Cuando vayas al parque o algún lugar público, observa a qué juegan los niños de la edad del tuyo e incorpora esos juegos en su repertorio.
v Si juegas algunos juegos competitivos, déjalo ganar la mayor parte de las veces.
v Incorpora más juegos cooperativos que juegos competitivos en la rutina de juegos del niño.
v En lo posible, deja dirigir a tu hijo(a) los juegos, tú limítate a seguirlo.
v Dale oportunidad de estar y jugar con otros niños.
v Puedes acompañar las horas de juego con música de fondo.
v Demuestra muy explícitamente lo que estás disfrutando el juego, esto fortalece los vínculos de afecto entre tu hijo y tú.



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